En su paso por Córdoba hablé con Mabel Katz, conferencista internacional, escritora y referente mundial del Ho’oponopono, la práctica ancestral hawaiana que propone transformar vidas a través de la paz interior. Argentina de origen y radicada en Estados Unidos, Katz dejó atrás su exitosa carrera como contadora pública y asesora de empresas internacionales para dedicarse a difundir un mensaje espiritual que hoy inspira a miles de personas en todo el mundo.
La entrevista se realizó en junio, con motivo de su visita a Córdoba, donde el sábado 28 de junio de 2025 encabezó un taller presencial de Ho’oponopono. El encuentro estuvo orientado a soltar memorias, desapegarse de viejos patrones y conectar con la paz interior, en un contexto global de crisis y tensiones que hacen aún más necesario su mensaje.
Marcela: Estamos viviendo tiempos convulsionados a nivel mundial: guerras, crisis de valores, crisis humanas y existenciales. Y vos venís a proponer una conferencia en donde la paz es protagonista. ¿Cómo se enseña a vivir en paz en medio del caos?
Mabel: Lo primero es darnos cuenta de que la paz empieza en uno mismo. Siempre esperamos que cambie lo de afuera, pero los que tenemos que cambiar somos nosotros. La vida son decisiones y elecciones. Todos los días elegimos si engancharnos al caos o soltar, si estar en paz o en guerra, si queremos tener razón o estar tranquilos.
Marcela: En tu caso, ¿cómo fue ese momento de quiebre que te llevó al Ho’oponopono?
Mabel: Yo era muy enojona, de mal carácter. Muchas veces descargaba mis frustraciones con mi hijo mayor. Un día él me contestó con el mismo tono con el que yo le hablaba. Fue un espejo, me vi en él. Ese fue mi momento de inflexión. Ahí me dije: “Mabel, estás buscando la felicidad en el lugar equivocado”. Fue duro, pero también un regalo, porque a partir de ahí la vida me empezó a traer oportunidades de cambio.
Marcela: ¿Y cómo transitaste esa transformación?
Mabel: Tenía casi 40 años, trabajaba como contadora y especialista en impuestos en Los Ángeles. Uno de mis jefes me preguntó si era “la crisis de los 40”. Yo le respondí: “¡Me encanta! Soy feliz por primera vez en mi vida”. Ahí descubrí la espiritualidad, algo que desconocía totalmente. Comprendí que lo que buscamos no está afuera, sino adentro.
Marcela: ¿Por qué nos cuesta tanto salir de la zona de confort?
Mabel: Porque tenemos miedo. Leí un libro que me marcó: “Feel the fear and do it anyway” (Siente el miedo y hazlo igual). Todos tenemos miedo, sobre todo cuando se trata de algo nuevo. El problema es que solemos paralizarnos. También pesa el “qué dirán” o la idea de que debemos ser perfectos. Y eso es imposible.
Marcela: En tu camino dejaste tu profesión estable y hasta te alejaste de tus hijos. ¿Cómo viviste ese desapego?
Mabel: Fue un proceso. No los abandoné, me mudé a 15 minutos, pero sí tuve que trabajar el desapego. También dejar una profesión estable fue un desafío, porque en ese momento sentía que era “mi todo”. Pero al descubrir mi verdadera misión, entendí que no somos nuestros títulos ni nuestras carreras. Lo que encontré fue alegría y felicidad, algo que antes no había tenido.
Marcela: ¿Qué aprendieron tus hijos de todo este camino?
Mabel: Que la vida son elecciones. Ellos saben que cada decisión tiene consecuencias. Y también aprendieron que uno no enseña con palabras, sino con el ejemplo. Hoy mi hijo mayor me llama y me dice: “Mamá, limpiá” —refiriéndose a borrar problemas con Ho’oponopono—. Me manda mensajes diciéndome que soy su inspiración. Eso es impagable.
Marcela: ¿Sentís que Los Ángeles es tu lugar en el mundo?
Mabel: Paso poco tiempo allí porque viajo mucho, pero vuelvo porque están mis hijos. Si no fuera por ellos, no sé si regresaría.
Marcela: ¿Y Argentina? ¿Te tira?
Mabel: Sí, mucho. Nací en Buenos Aires, en Ramos Mejía, y siempre que vuelvo siento que podría quedarme. Admiro la resiliencia del argentino: más allá de los problemas, seguimos adelante, siempre con energía positiva.
Marcela: ¿Qué aspecto pensás que deberíamos trabajar como sociedad?
Mabel: El ego. Creemos que sabemos todo y eso nos complica. La humildad de poder decir “no sé” abre caminos. Soltar el qué dirán también es clave, porque vivir para la mirada de los demás es agotador.
Marcela: Mabel, un placer esta charla. Nos vemos en el taller.
Mabel: Gracias a vos, un gusto enorme.
@mabelkatz