Uno de los motivos de consulta más frecuente en el consultorio sexológico es la falta de deseo sexual. Si bien esta consulta ocurre en muchas personas y a cualquier edad, hay una mayor prevalencia de disfunción sexual a mayor edad y en menopausia.

La falta de deseo abre un abanico de interrogantes, pero el más recurrente que escucho en consultorio es sobre el chip sexual. “Doctora me quiero poner el chip, dicen que es bárbaro. “Doctora quiero solucionar todo con el chip”. “Mi marido quiere que me ponga el chip”.  

La terapia con testosterona no es algo nuevo: hace décadas que se utiliza off label (fuera de indicación médica) y con resultados controvertidos.

¿Por qué pensar en un ¨chip mágico¨ y no pensar en saber qué nos pasa con nuestra sexualidad? ¿Qué queremos? ¿Cómo nos sentimos? ¿Cómo está el vínculo de pareja ? ¿Por qué no estoy conectada con mi sexualidad ni con el erotismo? ¿Cuáles son los estímulos y motivaciones?

Ya hace un tiempo que en los medios de comunicación se está impulsando y promocionando el uso del chip  como una terapia “antiaging”, favorecedora del deseo y la satisfacción sexual, mejoradora del bienestar general y del ánimo, con propiedades anabólicas y metabólicas.   

¿Qué es?

El mal llamado “chip sexual” o el “chip para el deseo” es un  pequeño dispositivo (pellet) que contiene hormona. En  realidad es una forma de administrar medicación al cuerpo, se coloca debajo de la piel, en el tejido graso, en la parte alta del glúteo mediante una incisión con anestesia local.

Le dicen Chip de Hormona natural y bioidéntica. El término “natural” significa que las hormonas provienen de fuentes vegetales o animales; no se sintetizan en un laboratorio. Sin embargo, muchos de estos productos sí necesitan ser procesados comercialmente para convertirse en bioidénticos.

El término “bioidéntico” hace referencia a que las hormonas en el producto son químicamente idénticas a las que produce nuestro cuerpo. 

Testosterona

La testosterona es un andrógeno, una hormona producida en los ovarios y en las glándulas suprarrenales y está presente en todas las personas (en los  hombres en mayor cantidad que en las mujeres). Actúa en diferentes órganos del cuerpo, favoreciendo funciones, vascularización y calidad de los tejidos y también está involucrada en el impulso sexual. El nivel de andrógenos disminuye con el paso de los años, (a partir de los 35 años, empieza a descender lentamente, independiente de la menopausia) y después de una cirugía que implique la resección o extracción de los ovarios, disminuye bruscamente. Sin embargo, no hay una clara correlación entre los niveles de andrógenos y la sexualidad. 

Muchos estudios han demostrado que la testosterona mejora la libido en mujeres postmenopáusicas. Existen diferentes formas de administrar testosterona y puede ser combinación con  terapias de reemplazo hormonal para la menopausia.

Pero hay escasa información para indicar tratamiento con testosterona en mujeres premenopáusicas con disfunción sexual. 

Los pellets de hormonas son una opción para tratamientos de reemplazo hormonal (tiene que haber un diagnostico médico). Los inconveniente de esta vía de administración es que inicialmente hay niveles suprafisiológicos (dosis más alta del rango normal y esto puede tener efectos negativos) y además hay variabilidad en el tiempo de disolución y en sus efectos. 

Sin aprobación

Este producto NO está aprobado por la FDA (Food and Drug Administration), agencia responsable de la administración de alimentos, medicamentos y cosméticos, ni tampoco cuenta con la aprobación de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat), ni para para su uso estético, ni sexual. No hay estudios científicos de calidad sobre los efectos de esta medicación a largo plazo en mujeres. 

Estas hormonas comercializadas como “bioidénticas” y “naturales” no son más seguras que las hormonas utilizadas en la terapia hormonal tradicional y no hay evidencia de que sean más efectivas.

No hay datos suficientes para respaldar su uso para el tratamiento de cualquier otro síntoma o condición clínica (no mejora sofocos, la calidad de la piel, la osteoporosis, el dolor en relaciones sexuales, etc.), ni tampoco para la prevención de enfermedades ni cuestiones metabólicas (como el control de la glucemia y el colesterol, tampoco favorece el descenso de peso). Otro dato es que no se ha demostrado ningún efecto estadísticamente significativo de la testosterona administrada en dosis fisiológicas sobre la redistribución de la masa corporal magra, la grasa corporal total o la fuerza muscular. 

Tampoco hay pruebas suficientes para apoyar el uso de testosterona sobre síntomas relacionados con el sistema nervioso central (mejorar el rendimiento cognitivo, o retrasar su deterioro, o en mejorar la depresión). Pero lamentablemente la falta de normativas y control para su uso, fomenta su prescripción generalizada.

Estos productos de hormonas bioidénticas lamentablemente desplaza en el mercado a las hormonas y medicaciones que sí están controladas y evaluadas por las agencias internacionales y nacionales de regulación.

Las principales preocupaciones de seguridad que rodea el tratamiento con testosterona en mujeres se relacionan con los efectos secundarios sobre el sistema cardiovascular , el útero , cáncer de mama y toxicidad hepática.

Hay sociedades científicas y grupos de expertos, por ejemplo la International Menopause Society (IMS) y el the National Institute for Health and care excellence (NICE), que sugieren el uso de testosterona, solo en casos seleccionados de mujeres en menopausia que no mejoraron con la terapia de reemplazo hormonal, pero siempre con el seguimiento  estricto de un profesional responsable.

En el caso de los hombres, en el 2015 la FDA de Estados Unidos advirtió que la prescripción de productos de testosterona está aprobada únicamente para quienes presentan niveles bajos de esta hormona a causa de ciertas afecciones médicas. No se ha establecido el beneficio ni la seguridad de estos medicamentos como antiaging ni para potenciar la sexualidad.

El error

Un gran error es pensar que el deseo sexual depende solo de niveles de testosterona.  La realidad es que el deseo sexual se potencia o se afecta por muchos factores: biológicos, psicológicos, emocionales, vinculares (de pareja) y socio-culturales.

Si este “chip sexual” es lo mejor que hay ¿Por qué no lo colocan los especialistas en sexología?

Porque sabemos que la salud sexual es el resultado de una interacción de múltiples variables y de sus individualidades, sus contextos, sus historias de vida, creencias, emociones y otras medicaciones. Los niveles hormonales no necesariamente garantizan una vida sexual satisfactoria y los efectos esperados de esta medicación no son iguales de persona a persona.

Información clara, para tomar decisiones

Es fundamental tener una correcta información, para luego analizar y tomar las mejores decisiones. Los pellets de testosterona no son productos estéticos. No están indicados ni recomendados para personas que no tienen ningún déficit hormonal. Los deben colocar y controlar los médicos. Es una medicación cara (300 dólares) y su efecto dura de cuatro a seis meses.

Importante 

El deseo sexual no es cuantificable; es dinámico. No limitemos nuestra posibilidad de sentir placer, la potencia de nuestro erotismo, la capacidad de seducción, el disfrute y la SALUD a un dispositivo. Recomiendo una consulta sexológica para hacer una evaluación de manera integral y personalizada, para mejorar la vida sexual o resolver alguna dificultad, porque disfrutar de la sexualidad es SALUD. 

 

Dra. María Eugenia Bazán Quiroga

Médica. Especialista en Tocoginecología. Sexóloga Clínica.

Mp:33123 Me: 16833 MN: 32063.

Web: www.bqsexologa.com  Redes: @dra.bazanquirog

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